En muchas ocasiones he tenido el privilegio de atender pacientes quienes me cuentan que durante muchos años fueron atendidos por profesionales en todo el sentido de la palabra, que fueron sus odontólogos durante casi toda su vida, así como lo fueron con su familia, y al indagar el por qué no volvieron a asistir con ellos, las respuestas por lo general son: “se pensionaron” “se cansaron con la edad y se dedicaron a descansar”, y en el peor de los casos la respuesta fue ”por que fallecieron”.
Actualmente la bella profesión de la odontología en Colombia enfrenta amenazas que están repercutiendo en el desprestigio de la misma, las envidias, la desunión y falta de solidaridad del gremio, la proliferación sin control de facultades de odontología de “GARAJE” que gradúan cada año cientos y cientos de profesionales, los cuales en muchos casos, pasan por sus aulas sin realizar procedimientos tan básicos como una amalgama dental, las clínicas odontologías de cadena que se dedican a ofrecer publicidad engañosa, a trabajar con materiales odontológicos y laboratorios a bajo costo y por ende de mala calidad, y lo más grave de todo a contratar a odontólogos aprovechándose de su necesidad o su inexperiencia para explotarlos y pagarles salarios paupérrimos que solo contribuyen a bajar la moral de un profesional que se dedicó 5 años o más a prepararse para poder surgir en la vida. Y escribo esto con conocimiento de causa, ya que recién graduado hice este curso con experiencias muy negativas que me llevaron a pensar que era más productivo montar un negocio de empanadas que ser un odontólogo de mi bello país.
Dejando atrás todas estas amenazas y luchando contra las adversidades, declaré que algún día tendría una consulta odontológica de calidad y accesible a toda la población, que trabajaría en lo mío y que dejaría de producirle dinero a otras personas a expensas de mí trabajo, que estudiaría y tendría actualización constante, que me dedicaría a trabajar en lo que me gusta y como me gusta, que tendría tecnología de punta, como la que me muestran cuando haga algún curso de actualización, que me apoyaría y trabajaría con colegas de otras especialidades que les guste lo que hacen y que trabajen motivados para buscar el éxito en mis tratamientos y lo que más me gusta de mi sueño, poder volver a la odontología que me contaban mis pacientes, la odontología tradicional pero actual, en donde yo me convierto en su odontólogo de cabecera para ellos y toda su familia, porque aparte de ser la persona que vela por el bienestar de su boca, también se convierte en el amigo y en ocasiones confidente.
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